El término Low-Code es muy reciente. Lo utilizaron por primera vez Clay Richardson y John Rymer, analistas de Forrester, en un informe publicado en 2014.
Se trata de plataformas con las que se puede desarrollar aplicaciones reduciendo al mínimo el desarrollo de código de forma manual, porque ya viene construido y prefigurado. Mediante una interfaz visual, características integrables mediante drag and drop, etc., los profesionales con un perfil más afín al negocio y con menos conocimiento técnico de IT pueden crear y desplegar aplicaciones empresariales con relativa facilidad.
Pero, no hay que confundir el Low-Code con el No-Code. Las plataformas de desarrollo Low-Code suelen requerir ciertos ajustes a nivel de código para personalizar los modelos y adaptarlos a la realidad concreta de los procesos de la empresa. Por esa razón, la asistencia técnica del personal de IT de la empresa o de un servicio de desarrollo externo es prácticamente inevitable. Sobre todo cuando se trata de empresas de un tamaño considerable.
Según Forrester, las plataformas Low-Code representan una industria que generó un mínimo de 1.700 millones de dólares durante el 2015.
Con el proceso de transformación digital que están experimentando las empresas, la demanda de soluciones basadas en plataformas Low-Code no deja de aumentar, dado que algunos de los proveedores de soluciones Low-Code estarían incrementando sus ingresos en un 50% anual.